Pienso que son muchas y muy diversas las razones que pueden llevar a alguien a la utilización del insulto y/o la descalificación. Lo que está claro es que se use por lo que se use, el insulto siempre será el camino fácil.
El insulto espontáneo es el más común; el que todos, sin excepción, hemos utilizado alguna vez. Es casi instintivo, una especie de mecanismo de defensa un tanto pueril que a veces se nos escapa. Pero aún siendo un insulto, tiene su parte buena, y es que siempre deja la puerta abierta a una disculpa a tiempo. Disculpa que no cabe y que además no se da, en los que emplean el insulto como arma arrojadiza.
Si no sabes qué decir, si no tienes argumentos, si no puedes o no sabes defender tus ideas… insulta. Así lo ven algunos y lógicamente los que así lo ven son los que acostumbran a utilizarlo.
Este segundo tipo de insulto, a diferencia del primero, no tiene nada de espontáneo. Todo lo contrario; es totalmente premeditado y malintencionado. Este insulto persigue un fin: intenta desprestigiar al que lo recibe y otorgar la razón al que lo pronuncia, por el simple impacto autoritario que produce. También pretende encender los ánimos en aquel o aquellos que reciben el insulto, esperando que con suerte se una o unan al cruce de descalificaciones, desviando así la atención sobre aquello que el que ha insultado no ha sido capaz de defender con argumentos.
Este insulto estratégico es precisamente el principal instrumento del que se está valiendo el Partido Popular de esta ciudad para defenderse ante las críticas a unas decisiones injustas e insolidarias y muy lejanas de aquellas promesas electorales de decisiones no traumáticas y tomadas desde la mano tendida que vendieron en su momento.
El principal instrumento de un partido que se ve atrapado en su propia maraña de mentiras, la mayoría vertidas durante la campaña electoral, e incapaz de cumplir con las falsas expectativas creadas por ellos mismos con el único fin de llegar al poder.
El principal instrumento pero no el único, pues va ligado a las mentiras, acusaciones temerarias y descalificaciones vertidas con un grave desprecio hacia la verdad.
Esta es en definitiva, la estrategia del Partido Popular que gobierna nuestra ciudad. La estrategia que emplearon indiscriminadamente durante su estancia en la oposición y que no dudan en emplear ahora bajo el escudo de la mayoría absoluta, pues al parecer no saben, o quizás no quieren, desempeñar las funciones que les competen como gobierno desde el diálogo, la humildad, la honestidad y la voluntad de trabajo.
¡Que gran verdad!